Categoría: Opinión

Textos de opinión, en general sobre asuntos de gastronomía.

  • Política y Gastronomía

    Siempre me ha parecido que aquello de que la gastronomía es política tiene mucho de monserga. Y eso que no han faltado sabios que defiendan lo contrario.

    Hace poco Carlo Petrini volvía a insistir sobre la misma idea en el Fòrum de Girona y le contaba a Cristina Jolonch que «comprar a la gente del campo contribuye a la economía local; comprar a las grandes multinacionales, contribuye a otras economías», entre otras cosas interesantes.

    Ideas parecidas defiende Michael Pollan. Como nos cuenta Mikel López Iturriaga en El Comidista, el activista americano defiende que cocinar es revolucionario, que es toda una declaración de intenciones contrarias al sistema capitalista y a su herramienta más vil, la sociedad de consumo.

    Hay distintos ejemplos de iniciativas que vehiculan solidaridad y cambio social a través de la gastronomía.

    La misma Cristina Jolonch, junto a la Fundación Raíces, desarrolló Cocina Conciencia. Mientras que el conflicto al que hemos llamado la «crisis de los refugiados» despertó en Pilar Puig Cortada un hermoso proyecto: Cooking a Home: A collection of the recipes and stories of Syrian refugeesdel que me entero a través de un fabuloso post de Mònica Escudero en, de nuevo, El Comidista.

    Pero yo soy así de terco y seguía erre que erre, sin ver la relación entre las decisiones que tomamos sobre lo que comemos y la política.

    Hoy he visto esta serie de fotografías desarrolladas por el fotógrafo Henry Hargreaves y la estilista Caitlin Levin. El proyecto se titula Power Hungry y muestra las diferencias en la dieta de un rico y un pobre en diferentes momentos de la historia.

    La que más me llama la atención es la que muestra el contraste, a día de hoy, en Estados Unidos. Creo que me resulta la foto más llamativa porque es la imagen que me parece más próxima. Podría representar también la mesa de un rico y un pobre de este país.

    En la imagen, el comensal acaudalado tiene acceso a vegetales frescos, proteínas de calidad, fibras integrales. Mientras, al otro lado de la mesa y del escalafón social, alguien comerá grasas saturadas e hidratos de carbono refinados.

    La imagen dibuja una tremenda injusticia.

    Sigo sin saber si la gastronomía es política o no. Pero sí sé que hay dos tipos de política: la que fomenta una mayor justicia social y la que fomenta lo contrario, una mayor distancia entre individuos.

    Algo a  tener muy en cuenta de cara a las próximas elecciones.

  • Honne y Tatemae

    Hace unos años, durante el Master en Gestión del Patrimonio Gastronómico que cursé en el CETT, un individuo vino a contarnos su caso de emprendimiento y éxito. Dotado de encanto y una buena historia –la suya– se metió a la audiencia en el bolsillo y se nos figuró un ejemplo a seguir. Todos salimos del aula deseando ser como él.

    Unos días más tarde, accidentalmente, descubrí que parte del éxito del seductor se había construido gracias al miserable comportamiento que había mantenido durante años hacia la segunda esposa de su padre, una mujer buena y generosa que le había criado como una madre.

    El pasado fin de semana hablé brevemente con Estanis Carenzo en su pizzería de la calle Ponzano, Picsa. Durante la corta conversación se enorgulleció de crear negocios con una base sólida, «cosas reales», dijo. Añadió que la alta gastronomía no podía basarse en el trabajo de stagiers esclavizados. Me pareció un hombre honesto.

    En Japón usan un término para designar lo que uno es, honne, y otro que sirve para expresar lo que uno aparenta, tatemae. La divergencia entre honne tatemae se traduce en conflictos en el individuo. Los hikikomori, esos jóvenes que se encierran en su habitación durante largos periodos de tiempo, son el ejemplo más conocido. La distancia entre lo que se espera de ellos y lo que desean se les hace insoportable.

    ¿Cuánto divergen el honne y el tatemae de la alta cocina?

  • Honestidad y dietética

    Últimamente ando de análisis. He analizado mi cuenta corriente y han analizado mi sangre. Los resultados no han sido muy halagüeños.

    El primer examen revela una bancarrota técnica. Gasto más de lo que gano. Un 43% del dispendio va destinado a restaurantes y bares.

    Hace ya tiempo que se cuestiona la honestidad de los que escribimos sobre gastronomía. Se denuncian pleitesías. Se cuestionan criterios e invitaciones. En su último libro, Confieso que he comido, Miquel Sen señala la conveniencia de ser independiente y sugiere que los medios paguen las cuentas de sus colaboradores con el fin de asegurar su objetividad. Algunos medios lo hacen. Otros, no. Algunos restauradores invitan. Otros, no. Algunos autores aceptan. Otros, no. Normalmente los que no aceptan y presumen de independencia tienen una fuente de ingresos que les permite dedicarse a escribir sobre gastronomía como hobby. ¿Son más independientes? ¿Son mas honestos?

    El segundo análisis, el hemograma y posteriores ecogafías, delatan un hígado con tendencia a parecerse al de un pato de las Landas.

    No soy el único que padece las consecuencias de los excesos de la panza y el gaznate. Durante una entrevista, Xavier Agulló me advirtió de los peligros del oficio. En una ocasión un cronista dijo a otro que la prudencia era inútil porque todos íbamos a morir, el interpelado objetó que prefería hacerlo más tarde que pronto.

    Ser obesos es la peor manera de parecerse a Néstor Luján.

  • Más auténtico que el auténtico

    Es bien curioso que Casa Leopoldo cierre sus puertas en una Barcelona que hace bandera de la cocina tradicional. Proliferan raciones de callos, albóndigas, suquets y otros platos de la memoria. Cada semana se inauguran establecimientos inspirados en tascas de las que muchos apenas tenemos recuerdos. La cocina de la abuela se instala en los fogones de los chefs. Pero Casa Leopoldo, que ha mantenido una línea de cocina tradicional desde su apertura en 1936, tiene que cerrar.

    Más que curioso, es paradójico. El cierre dibuja una sociedad más interesada en la copia que en el original, poco habituada a rascar en la hemeroteca del gusto, versada en la inmediatez whatsapera de la novedad gastonómica.

    En agosto de 2014 entrevisté a Rosa Gil, propietaria de esta mítica casa, en la que tanto ha comido la menestralía del Raval, cuando éste era un barrio de talleres e industria ligera, como la burguesía o lo más florido de la intelectualidad local y extranjera.

    Rosa no escatimó críticas contra los sucesivos y desordenados planes del consistorio barcelonés para recuperar las Ramblas y aledaños; denunció la degradación del barrio en el que nació y en el que probablemente morirá –espero que dentro de muchos años–; se extrañó de la supervivencia de un hotel de lujo vecino; añoró los tiempos en que las langostas de Mallorca atravesaban en fila india la sala del Leopoldo en dirección a la cocina. Me pareció una mujer culta y con agallas. De joven, convenció a su padre de su capacidad para llevar el restaurante pegándole un bofetón.

    Un gestor se encargará del nuevo Leopoldo cuando vuelva a subir su persiana. ¿Pagará los servicios de un decorador para dar más solera al local? ¿Contratará la aseoría de algún chef para adaptar la carta a paladares modernos?

    Me pregunto cómo harán para mantener la energía de Rosa, cómo conseguirán que el nuevo Casa Leopoldo sea más auténtico que el auténtico; un establecimiento tan enorme que se puede escribir sobre él sin apenas mencionar a Manuel Vázquez Montalbán.

  • ¿Cocina de Vanguardia?

    “¿Cocina de vanguardia? Hay quien dice haberla visto. Incluso algunos claman haberla empujado por sus gaznates. Alucinados. ¡Y no son los peores! Los más insolentes la llaman por su nombre. Molecular, tecnoemocional, modernista… Inocentes, no saben qué comen ni qué dicen. Y si le llaman vanguardia es porque ignoran que en la cocina medieval ya se jugaba a difuminar fronteras entre lo dulce y lo salado. ¡Vamos, hombre! Cualquier día se pondrán a esferificar garum y dirán que eso es moderno. Nada, nada, que no existe la cocina de vanguardia. Que lo que hacen en Mugaritz no sabe a nada. Que lo de la “experience” del 41º es una tomadura de pelo. Que Dabiz monta numeritos, más que xhows. Que donde esté una buena materia prima y una elaboración sencilla sobra todo lo demás. Lo dicho, los que afirman que existe la cocina de vanguardia son unos tarados y, a mí, que no me busquen en un restaurante de cocina con ínfulas. Unos callos, eso sí, un estofadito de lentejas, un flan. De toda la vida de Dios. Además, no se come. En esos restaurantes no se come. Aires, humos… ¿Se come? Una mierda pinchada en un palo…”
    El monólogo del cuasi sexagenario subía de tono. Temblaba su papada y la vibración desprendía minúsculas placas de colesterol de sus paredes arteriales, futuras obstrucciones en el cerebro, al tiempo que apuraba un puro cuyo humo no le permitía ver más allá de la punta de su nariz.

  • Descanse en paz

    El título se refiere a Jean Luc Figueras.

    No le conocía, ni mucho menos. Sólo conversé con él una vez, en el magnífico restaurante del Mercer, y encima tuve que salir con prisas.

    Aún siendo un encuentro breve, me pareció un tipo genial. Dicen que era intenso, indómito, que era un enfant-terrible

    Tristemente, en pocos blogs se ha escrito sobre él, ¿interesa más la apertura de una nueva hamburguesería?¿Tan torpes somos (soy)?

    El chef murió lejos, en Ankara, como otros hombres de cuchillo y fogón: Santi Santamaria, 2011, Singapur; Manuel Vázquez Montalbán, 2003, Bangkok.

    Sus legados permanecerán siempre.

  • Holocaust tomàquet

    Ha estat un mal estiu per a fer tomàquets. La pluja ha malmès molta flor. La tuta, eruga troiana que es transforma en papallona dins els fruits, ha estat especialment virulenta. I el sol, dropo, no ha acabat de sortir fins a finals d’agost.

    A principis d’estiu la Marta, o en Gerard, de la Catxaruda, ens van convidar a tastar els tomàquets que cultiven de manera ecològica als horts de Mas Bosch, a Gallifa. Hauriem d’haver-hi anat a finals de juliol, però fins a finals d’agost no han madurat. «Molta gent ha preferit triturar-los», diu en Gerard. Aquests, però, han sobreviscut a l’holocaust tomàquet.

    Varietats anitgues recuperades de Can Bosch
    Varietats anitgues recuperades de Can Bosch

    Tastem un Montserrat Plè, un Pare Benet, un Cor de Bou, un Cirerol i un Pometa Lluis Vila.

    Tomàquets
    De dalt a baix i de esquerra a dreta: Pometa Lluis Vila, Cor de Bou, Cirerol, ?, Pare Benet i Montserrat Ple.

    Son algunes de les varietats antigues del Vallès recuperades, ni de bon tròs totes. Les podràs tastar el 30 i 31 d’agost a la Vª Fira del Tomàquet del Vallès que es celebrarà a Santa Eulàlia de Ronçana.

    Si no t’hi pots acostar, però, pots comprar-ne a online a en Gerard i la Marta.

    Tomàquets
    No és un tomàquet, és una porqueta vietnamita i es diu Claire.

     

  • La mejor paella del mundo

    La mejor paella del mundo la cocinó Gerry Kotto el pasado 15 de agosto.

    Kotto se quedó corto de sal pero eso no impidió que los comensales acabaran con el último grano.

    Comieron 26 detenidos, entre los que estaba Kotto, y los policías que los custodiaban en la comisaría de la Línea de la Concepción.

    El delito de los arrestados: llegar a España por vía marítima, en un tsunami desesperado de 1.219 personas.

    Los agentes pagaron los ingredientes de la paella. Otros vecinos de la Línea, el café y los refrescos.

    Una paella para unirlos a todos.

    Esperemos que sea el último plato que Kotto cueza entre rejas.

     

     

  • Descalabro

    «Cada caída es una oportunidad de aprender», le dice la encargada del restaurante a mi hijo. Él está bastante magullado. Lleva un verano de caídas complicadas: un brazo escayolado, la cara llena de costras… lo normal en un niño de tres años, casi cuatro. Sólo piensa en jugar.

    Yo pienso en la crisis. Me pregunto si cuando salgamos de ella habremos aprendido algo. Pienso en el gran descalabro precisamente después de visitar el restaurante en el que me encuentro, enésima puesta en escena de Lázaro Rosa Violán, interiorista omnipresente, dotado de un talento asombroso para su oficio y para los negocios. Algún día se hablará de una época Violán, cuando alguien en Canberra quiera montar un restaurante con aires barceloneses se inspirará en su estilo. Y, desde la tumba, Keith McNally se partirá de risa. (más…)

  • Por qué Master Chef Junior me parece una «gran merda».

    little-miss-sunshine-stills04

    Lancé un tweet en el que afirmé que Master Chef Junior me parecía una «gran merda». No es Twitter lugar para largos desarrollos ni argumentaciones y, esclavo de la economía lingüística, respondí a Carmen Alcaráz cuando me interpeló por mi grosero uso del lenguaje que «gran merda» me parecía la descripción más ajustada para el programa.

    Me lo sigue pareciendo, una «gran merda», pero entiendo que las opiniones carentes de argumento son tan débiles como Rajoy sin mayoría absoluta y, como el presidente, rozan el fascismo.

    Si algo no deseo es parecerme a Rajoy.

    (más…)

  • Contra criticones y reaccionarios…

    IMG_1182

    “Cada día, algo nuevo. Avancemos un paso más”, parece decir la cocina de vanguardia, llamémosle Tecnoemocional. Te sorprenderá el Paisaje Nórdico de Albert Adrià, la Comtessa de Espárragos de los hermanos Roca, el Mar de Paco Pérez, la Ensalada Tibia de Tuétanos de Verdura de Martín Berasategui… Te culturizarás, aprenderás, asimilarás nuevos horizontes transitando caminos del gusto que ayer no existían, no estaban ahí. Tu mente, estimulada, excitada, sofisticada, se eleva.

    Y mientras tanto, en el otro lado del ring…

    (más…)

  • Martínezgate

    Llevo varios días pensando si meterme o no en el revuelo surgido alrededor de la apertura de Martínez, nuevo restaurante de José María Parrado (Cañete, Ra), pero algo me tiene enganchado al tema (lo incendiario de algunas opiniones y comentarios, la intensidad del debate…).

    Al fin he decidido echar mi leño al fuego, supongo que por diversión o masoquismo, y por todo lo que del Martínezgate atañe a temas como la libertad de expresión, la independencia del bloguero, el rigor de la información que consumimos, el nivel medio de comprensión lectora…

    En fin, por si eres uno de los cerca de siete mil millones de humanos que no está al corriente, permíteme que te haga un resumen.

    Restaurante Martínez Barcelona
    Foto: Cira López

    (más…)