Hace una semana vinieron a instalarme un vinilo que dice «helados artesanales» y cuando la persona que me lo ponía se dio cuenta de que hacíamos los helados y los pasteles ahí mismo, se sorprendió.
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Le dije, «lo pone en el vinilo que estás instalando, ¿qué significa artesanales?». Él me contesto, «ya, pero todos lo dicen, deberías poner otra cosa».
¿Cuántas heladerías crees que hay en Barcelona?
Unas treinta o cuarenta.
¿Y cuántas crees que son artesanales?
Cinco o seis.
¿Y en tu ciudad, Pinerolo?
En este momento hay doce y las doce son artesanales puras.
¿Tiene un singificado especial ser heladero en Italia?
Hay un orgullo del «todo hecho a mano», fresco, y los heladeros quieren que se sepa. El heladero de toda la vida, el que tiene su oficio desde niño, está muy orgulloso de su trabajo. Hay un orgullo personal que se refleja en lo profesional.
En Italia, tras el nacimiento del Slowfood, hemos empezado a superar la parte química.
Hace poco estuve en Florencia. Me sorprendió la calidad de la comida en lugares aparentemente anodinos. ¿Cómo habéis hecho para conservar ese orgullo de las cosas bien hechas?
No sé. En Italia, tras el nacimiento del Slowfood, hemos empezado a superar la parte química.
